¿Qué es mío?

Tu cuerpo? Tus noches? Las madrugadas? Tus amaneceres? El Messenger?

Yo no existo en tus días, en tus planes, quizás; con certeza ni en tu agenda…

Con pena siento que sólo es mía la ocasión, la coincidencia, las ganas del momento.

El amor viene de visita en tu compañía y se deja desvanecer cuando cruzas la puerta al irte, veo perderse la magia que nos alquiló su estadía el tiempo que duraría nuestro encuentro.

Yo aún recuerdo esa noche cuando me dijiste que ya no podíamos prorrogar lo nuestro, sentí un dolor indescifrable, ese que te quita el aire y te roba las palabras.

Y me tragué las lágrimas, una por una, cuando ya estaban listas para dejarse caer, no quise que ellas te hagan cambiar de parecer, porque ese era tu propósito y lo antepuse a mi dolor.

No entendí que paso después, nunca terminaste de irte o nunca te fuiste del todo, los encuentros eran distanciados, pero regresabas y aquí me encontrabas, esperándote.

Siento fracaso, y no!, no eres tú, siento fracaso por mí, porque nunca pude atravesar la fortaleza que construiste frente a ti, toque tu alma muchas veces y en instantes se desvaneció en mis manos.

Quizás en algo fallé… Probablemente me equivoqué al hacerte feliz… Tal vez me falto valor… Seguramente fue débil mi coraje…

Y hoy vuelvo a preguntarme…

Qué es mío?... Qué tengo?... Qué me queda?... Qué quiero?... Qué necesito?...

No quiero hundirme, ni alejarme de la orilla, necesito la certeza de alguien que está y que sin llamarlo estará, quiero creer que se puede creer, que puedo confiar, sentirme parte de alguien que me mire, que me ame y que esté dispuesto a arriesgar y vivir, a crecer.

Quiero vivir plenamente un amor verdadero y no sobrevivirlo, estremecer de placer y no de llanto, necesito saber donde piso y no adivinar si al siguiente paso encontraré vacio.

Yo sólo te quería a ti, solo quería amarte, sólo quería tu corazón.

Pero mientras no me permitas atravesar ese muro de concreto que te protege, soy yo la que ya no se puede permitir continuar lo nuestro.