Pase por tantas cosas como la de un amor que parecía dibujar promesas en la arena, de aquellas; que se borran con el pasar del tiempo ó con el venir del mar… Por ello mi amor, hoy por hoy, lo declaro en persona y lo escribo día a día en mi corazón esperando compartir con esa persona un gran amor… En mi orilla se dibujan emociones, no es que muera de amor, simplemente muero por sentirme amada…
“Complicidad” esta palabra es una de mis favoritas, frecuente en mi vocabulario, significa tanto, a pesar de ser tan cortita…
Hacer el amor por primera vez con Alexander, fue la más rica experiencia a mis 30 años, nos entregamos entre cómplices miradas las que hicieron; que me falte hasta el mismo aire, nuestros cuerpos temblaban, manteniendo un perfecto equilibrio, aquella noche fue una fusión exacta. Él al borde, en el precipicio de mis besos y yo con la avidez de la caída libre para sentir el roce de sus labios.
Lo suyo era perfecto, estaba hecho a mi medida, cada movimiento constante era más intenso y apasionado que el anterior, mis grandes deseos sólo podía atribuirlos al placer que me producía su sexo al entrar en mí tantas veces.
Era él, en toda su plenitud, sincero y respetuoso y al mismo tiempo intenso y apasionado, entrando y saliendo, disfrutando del vaivén de mis caderas, quedándose conmigo, para luego tomar nuestras manos unidas como quién dice ¡Aquí estoy!
Nunca antes tuve intimidad más de dos veces seguidas, si fue así, honestamente no lo recuerdo y tampoco fue un tema que me preocupara, finalmente sólo tuve una pareja.
Alexander esa noche, no sólo me hizo el amor, también me regaló un mundo abierto de nuevas experiencias y sensaciones, jamás vividas mucho menos sentidas, hicimos el amor y lo sentí muchas veces esa noche y mi cuerpo vibrando en sus brazos.
Los intermedios, fueron profundamente mejores, cómo alguna vez dijo que sería: “seguir adentro, descansar, conversar, besar, acariciar, conocer, explorar, abrazar, estar en silencio… antes de empezar de nuevo”
Ese anochecer fue tan diferente, compartiendo a gusto, casi siempre riendo y sonriendo, y cómo no!, besando… qué labios(…). Coincidimos sin querer (otra palabra favorita “coincidir”), hay tantas razones por las que me gusta, esa misma mañana amanecí enamorada…
A veces, sentía que moría por algunos días y resucitaba en cada encuentro.
Confieso que desde aquella noche, cuando lo veía deseaba tocarlo, abrazarlo, entregarme a él otra vez (y se lo hice saber)…
No me explicaba aún como pasó, si yo lo veía como un amor imposible, tan lejano, a veces, tan cerca a él pero en mis sueños inconscientes.
Nuestros encuentros sexuales hoy “una absoluta e intensa entrega de dos, llena de “complicidad”