HOY como NUNCA… MAÑANA como SIEMPRE…

Era una mujer sin planes, mis días eran iguales al anterior y al siguiente, por Carlos, a pesar de ser una mujer organizada para muchas cosas, con él no podía tenerlos.

Tuve antes momentos de felicidad prestada, pero él sin demorar hacía algo; que destruía como un fenómeno todo, dejándome sin nada.

Aquellas épocas, el durante y el final, fueron tristes, salir de un hoyo tan vasto era un gran reto así como una gran necesidad. Nunca estuve en drogas ni en alcohol, pero creo que Carlos era una adicción que se aprovechaba de encontrarme sin voluntad; para hacerme caer mil veces más en el mismo círculo vicioso. Y dentro de él, en el después, en mi día siguiente, venían noches solas y confusas, sin saber que podría sentir cuando despierte.

Inevitablemente por nuestro hijo, hace unos días coincidimos nuevamente en una conversación que siempre resulta como una cadena, cada eslabon unido al otro. Él aún abstraído en su machismo, pero es el padre de mi hijo… “no lo odio” (lo digo como madre), es el padre de mi hijo… “no lo amo” (lo digo como mujer).

El tema saltó por sí solo, hace lo que no pensé que haría jamás, recordarme, necesitarme y decir que fui yo su adoración, eso es lo de menos, que concepto tan errado tiene de lo que era realmente adorar a una persona…  Carlos ha cambiado en muchas cosas y me alegro por él en la medida que eso le permita ser un mejor padre, sí lamento al mismo tiempo reconocer que su machismo, impulsos y ofensas, son parte de su naturaleza.

No supe mentir, fui honesta al responder que estaba segura de lo que quería. Respeto!, ahora yo me lo he ganado sola, ya no lo mendigo, cuando a mis malos tiempos, sólo me quedaba agregar “vendrán tiempos mejores”, sin sospechar siquiera que los tiempos mejores vendrían; pero sin él.
Lo que ocurrió aquel día me hizo tocar fondo, me mantuvo en una profunda y superflua depresión y soledad, sin permitirme tan solo pensar. Era ese penetrante desconsuelo que me alejaba de la sensatez y de mi hijo…

Pues sumergida en mi libertad, he pasado el tiempo y en algunas ocasiones me acuerdo de cada una de mis lágrimas pero ya no duelen como antes, confesando que no he podido olvidar lo mucho que sufrí.

Hay ciertos actos que marcan, que dejan una profunda huella como un sello grabado en el alma, pero al mismo tiempo he comprendido que son los únicos que ayudan a despertar, son como esos fuertes brazos que te estremecen para que puedas ver la realidad…

Arrepentirse de lo que dejó ir… Ya no me confunde!, si gusta; que me busque en fotografías no actualizadas… Que esa vida paso! Que escriba una historia no inventada, yo hago lo último…

Tengo la fe que mis días ya no volverán a ser como los de antes, que cada día es único y como “nunca” y que me pueden regalar mañana un “para siempre”…