Pase por tantas cosas como la de un amor que parecía dibujar promesas en la arena, de aquellas; que se borran con el pasar del tiempo ó con el venir del mar… Por ello mi amor, hoy por hoy, lo declaro en persona y lo escribo día a día en mi corazón esperando compartir con esa persona un gran amor… En mi orilla se dibujan emociones, no es que muera de amor, simplemente muero por sentirme amada…

Su amor es inagotable, ahí lo veo, mirándome con su rostro dulce, sus gestos sumisos, su mirada arcana, amoroso como el solo.
Es tan puro, bondadoso, no sabe de rencor, de ira, caprichos, no! Nada de eso.
Él es amor en su más perfecta expresión, él es la respuesta de un milagro de vida.
A veces, se acerca a mí; únicamente para acariciarme, sin pedir nada a cambio, como si eso lo alimentase, como si se nutriera por hacerlo y me encanta cuando lo hace.
A veces, quiere que me acerque yo, que él sea el centro de mi universo, que cada segundo de ese momento sea solo para él. Y no merece menos.
Él tiene los más ricos besitos, los mejores arrumacos y nos entendemos a la perfección, divina química, toda una ceremonia.
Sólo necesita amor, seguridad, protección y me tiene a mí, este sentimiento es una maravilla, no hay nada más cierto que lo que siento por él, que lo que él me hace sentir.
Tengo mil preocupaciones en la cabeza, mil responsabilidades, obligaciones, tengo que ser profesional, mujer, amiga, cómplice, compañera y más, no me aleja de ser madre, de no dejar de pensar en él, haga lo que haga.
Él está aquí ahora, yo concentrada en mis letras y sin embargo mientras escribo volteo a mirarlo y mil cosas vienen a mí en un instante…
Lo conozco… no tarda en venir a sentarse en mis piernas, en pedir que juguemos algo, mientras sus deditos se enredan entre mis cabellos y su carita se esconde bajo mi cuello, luego me mira con esos ojitos subyugantes y no puedo negarme.
No sé si entiendan lo que digo, pero este es el sentimiento más puro que puede sentir una madre, una madre como yo. He aprendido a ser mamá y lo aprendí con él, con la fortaleza de su amor incondicional, porque me quiere como soy, porque para el soy la mejor.
Mi hijo, qué rico escucharlo decir “mami” de sus dulces labios; esa palabra, tan pequeña, que reconforta, que estimula a seguir, a no caer, a no rendirme.
Te lo dije una vez, te lo repito ahora hijo, eres dueño de esto y más… mamá siempre estará para ti… tan simple como decirte ahora “Te quiero porque sí”