Me interesaba tanto que yo pueda llegar hasta el punto de hacer que aquella sombra acabe de entrometerse en mis noches, en mis textos, en mis pasos, en mis pensamientos, en su agenda, en el celular y en el mismo discurrir del día a día, una vez más. Como intrusa vivía alternando en un tiempo, ambiente y espacio, que me eran ajenos. Consciente de aquello; creía que la única salida era el papel de la desentendida.
El juego sin reglas de nuestra vida en común tuvo lugar y grandes consecuencias. Sin ser indiferente a lo que sucedía no me quedaba más que sentirme halagada con sus respuestas tan precisas, sus comentarios tan particulares y tan oportunas coincidencias, cada vez que la mencionaba.
Ingenuamente en mi terreno yo trataba de posicionarme, de no darle motivos, trataba quizás de avivar la llama que sin darme cuenta parecía dejarse extinguir en mí.
Era tonta al aceptar lo que él hacía y decidía para sí y que para mí no tenía el mínimo sentido, beneficio, ni respeto.
Mientras… fines de semana y la cama vacía, miradas perdidas en una ventana donde sólo alumbraba la luna, llantos de mi bebe a la media noche, besos compartidos, un corazón quebrado de tantas dudas, deseos reprimidos, recuerdos de sólo momentos, nuevamente el llanto de mi bebe, silencios, remordimientos, impotencia de haber perdido la capacidad de decir NO o BASTA, el deseo reprimido de romper el silencio, sintiendo en el aire el propio engaño y traición, noches sin fin con amaneceres confusos…
Él me tocó el corazón y se tardó años para destrozarlo, lo que aparentaba ser amor, terminó haciéndome sufrir sin merecerlo. Y durante todos esos años fielmente permaneció AQUELLA SOMBRA…